La soledad era esto: Tamagotchi
Un artículo en el TENTACIONES de ayer viernes me trajo a la memoria el fenómeno de 1997, los Tamagotchi que arrasaron el planeta con una furia inusitada. Nunca tuve uno, pero me daba miedo ver por la calle a la gente, completamente adicta a 15 píxeles mal pintados. No quiero decir que con una mayor resolución gráfica ahora llegara a entenderlo. Debe ser que la gente necesita algo o alguien por quién preocuparse, ¡pero qué triste es tener que adquiirirlo en tiendas, aunque sean eespecializadas! En fin, extraño mundo el que nos ha tocado habitar.
Por suerte, como la mayoria de las plagas, tan rápido como apareció se marchó; eso sí, tengo entendido que más de un psicólogo se forró a costa de las depresiones en tiernos niños, causadas por la "muerte" de su mascota de bolsillo.
Lo peor es que la amenaza de un regreso se cierne sobre nuestro planeta... Si conocéis algún niño que sea aficionado a la lectura (¡alabado sea Harry Potter!), más vale que le vacunéis lo antes posible; no vaya a ser que el psicoparásito acabe con su capacidad de disfrutar de la palabra. Se rumorea que se alimenta de la curiosidad de los niños y también que se enquista en la vida social de sus víctimas; sus toxinas provocan interferencias graves en los procesos de razonamiento y decisión propia, con lo que acaba convirtiendo a los pequeños humanos en estúpidas máquinas. Un perfecto paso, previo al maravilloso mundo bakala que les espera con los brazos abiertos.
Por suerte, como la mayoria de las plagas, tan rápido como apareció se marchó; eso sí, tengo entendido que más de un psicólogo se forró a costa de las depresiones en tiernos niños, causadas por la "muerte" de su mascota de bolsillo.
Lo peor es que la amenaza de un regreso se cierne sobre nuestro planeta... Si conocéis algún niño que sea aficionado a la lectura (¡alabado sea Harry Potter!), más vale que le vacunéis lo antes posible; no vaya a ser que el psicoparásito acabe con su capacidad de disfrutar de la palabra. Se rumorea que se alimenta de la curiosidad de los niños y también que se enquista en la vida social de sus víctimas; sus toxinas provocan interferencias graves en los procesos de razonamiento y decisión propia, con lo que acaba convirtiendo a los pequeños humanos en estúpidas máquinas. Un perfecto paso, previo al maravilloso mundo bakala que les espera con los brazos abiertos.
4 comentarios
kaveri -
Pero ya esta solucionado.
Bo Peep -
Bo Peep -
Sean Genius -
Tenemos los días contados