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Viaje a los sueños (polares)

Nochebuena toca hoy...

Nochebuena toca hoy... La Nochebuena comenzó propiamente al ir al "petit marché" a comprar lo que necesita un buen carry poulet, guiso típico de la isla que habíamos escogido para iniciarnos en la cocina criolla, siguiendo una receta que amablemente nos había dado con todo detalle el guardián de la puerta de la universidad.

Con los ingredientes en las mochilas empezamos a buscar las otras cosas que necesitábamos en el centro. Nos reunimos después con J en la residencia para tomar un té, y la iniciamos a jugar al risk. ¡Qué juego más peligroso!

Demasiado tarde por culpa de las cuestiones de geopolítica mundial alrededor de un dibujo del planeta, empezamos a preparar todo para cocinar. Y cuando estaba ya todo cortadito bien fino... ¡plof! La cocina no funciona. Falta la electricidad en toda el ala de las cocinas de la residencia. Qué bien. A buscar al guardián que por supuesto no ha llegado todavía. Las ocho (equivalente a las diez para las costumbres de aquí) y aún sin empezar. Y nos dieron casi las nueve…

Menos mal que cuando llega el guardián nos sube el fusible de las cocinas y además se enrolla y nos dice que no va cerrar la cocina a las diez. Obviamente, porque nosotros no estábamos por la labor de cenar un bocata en nochebuena. Además, el tipo se preocupó de enseñarnos un rincón del campus donde crece una especia que se llama Calupilé y que le dio un buen aroma al guiso.

Mientras cocinábamos con la música de Los Planetas, el ambiente de navidad se iba materializando, como por arte de magia. Pero el caso es que entre una cosa y otra cuando nos pusimos a cenar era ya medianoche, y cuando nos llevábamos el tenedor a la boca por vez primera, comenzaron los fuegos artificiales; estaban por toda la ciudad, que nosotros dominábamos desde el balcón de la cocina en nuestro sexto piso. Y la música de Yann Tiersen, invitado de honor a la cena, hizo el coro perfecto al espectáculo de luz y sonido que inundaba la ciudad de la montaña a la mar.

Tras la copiosa cena, llegó el momento de los regalos. Yo sólo recibí, porque los míos llegarán, como debe ser, el día de Reyes. A mí me tocaron buenos regalos, igual otro día los comento.

Y después, no sé si sería el ron, el champán, o tal vez los dos, pero no se nos ocurrió otra cosa que coger el coche a las tres de la mañana para irnos a trepar las faldas del volcán. Para más diversión, ¡plof! otra vez se va la luz, esta vez en todas las residencias de la universidad. Que fiesta para hacer la mochila a oscuras, me costó horrores encontrar la linterna.

Salimos de la uni a las tres y media, y al guardia de turno le dimos un plato de nuestro guiso, aunque no pareció apreciar mucho nuestro gesto porque ni lo probó Peor para él, porque estaba rico, rico.

En menos que canta un gallo estábamos en la otra punta de la isla, con las botas hambrientas de montaña. Bueno, antes a ver el amanecer sobre la llanura roja que hace las veces de antesala del gran gigante. Eso sí, el ascenso de la cumbre del volcán lo hicimos A y yo con el gorro rojo y blanco, a pesar de la dureza de la ascensión bajo el sol del verano austral.

De regreso a la tarde, no fue posible atravesar la isla de nuevo sin echarnos una siesta en el arcén…

1 comentario

Aldeana -

Uno de los mejores planes navideños que he oído...
Me alegro de que estés disfrutando de tu navidad estando boca abajo.
Te leeré antes de Nochevieja, pero por si acaso, espero que el fin demaño lo celebréis el doble. Que en el 2005 sigamos compartiendo momentos e historias... :-)