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Viaje a los sueños (polares)

Mochileros del mundo ¡Uníos!

Mochileros del mundo ¡Uníos! En este viaje del que acabo de regresar, con gente joven y dinámica (o al menos eso se suponía), me he dado de bruces con una realidad inesperada: las maletas con ruedas ya son mayoría incluso en este tipo de experiencias, en los que se trata de recorrer paises enteros sin descanso y sin conocer las condiciones que uno se va a encontrar. La verdad es que las nuevas generaciones de toda europa me sorprenden por su uniformidad. Sólo los españoles y los eslovenos nos manteníamos más o menos a salvo de la plaga. Quizás porque algunos tengamos ya una edad nos resistamos al cambio, pero es que no le veo ventajas (salvo en personas con problemas de espalda o viajes concretos).

Porque las ruedas son muy cómodas, sí, y la maleta parece que no pesa, por lo que te puedes permitir llevar más cosas (innecesarias cuando menos, si no inútiles). Eso sí, luego la realidad se encarga de acabar con el mito: bordillos, escaleras, entradas a metros, tranvías y autobuses son obstáculos de primer órden para una maleta con ruedas, y apenas una molestia para una mochila convencional. Por no hablar del molesto ruido que producen al transitar por las aceras. Y la última revelación: ¡Las ruedas se acaban rompiendo! Y entonces quedas condenado a llevar a pulso durante el resto del viaje ese bulto que pesa más que un muerto; y como ahora por moda están hechas de plástico rígido bastante incómodo, aún peor.

Por todo ello quiero reiterar mi amor a mi adorada mochila, que está a punto de cumplir 20 años e innumerables batallas. Necesita algún que otro remiendo y a veces se escora hacia un lado; pero no la voy a retirar, aunque una inepta del personal de tierra del aeropuerto de Barcelona se cargase una de las cintas antes mismo de empezar el viaje. ¡Será animal! Si supiera ella que cuando esa mochila dio sus primeros paseos por el monte, ella aún estaba jugando con las barriguitas, la trataría con más respeto.

Y que no me venga ningún italiano pijo diciéndome que en Nápoles ya no las venden, no me lo creo. Eso sería el principio del fin.

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