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Viaje a los sueños (polares)

Aire acondicionado

Aire acondicionado

Supongo que soy un bicho raro. Odio el aire acondicionado y la calefacción. Quizás porque me acostumbro bien a los extremos de temperatura y por ello puedo sobrevivir igual de feliz en la fría Helsinki o en una isla tropical.

Lo que tengo claro es que no me gusta nada es pasar frío en verano y calor en invierno. Siempre he escapado de casa de mis abuelas en fechas navideñas porque me asfixiaba la calefacción central. Ahora se repite una historia parecida, pero además tengo al enemigo en casa. Por las mañanas en mi propia cama, la suerte de contar con aire acondicionado se transforma en una tortura. Toda la noche habituando mi cuerpo a una temperatura y al amanecer mi madre, todavía más madrugadora que yo, enchufa el aire acondicionado. Para desgracia mía, en mi habitación es donde más fuerte se siente, y me pilla con una sábana indefenso.

Por eso hoy y ayer me desperté con la garganta chunga y muchos moquitos.

Y mi madre, que pese a todo es la mejor del mundo, a veces se olvida de mí; y eso que le he dicho que al mismo tiempo que enciende el frío polar se acerque a mi habitación y me cubra con una mantita.

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