Compás de espera
Hay cosas que están condenadas a retrasarse.
Llevo años detrás de un viaje a Marruecos. Siempre fue un plan con dos de mis mejores amigos, cruzar el estrecho y hacer un viaje los tres, algo que nunca habíamos hecho. Pero en cada ocasión había algo que nos echaba por tierra los planes. Terremotos, atentados, y otras desgracias nos hacían retrasar la salida, no por miedo propio sino por cuidar el bienestar de nuestras familias.
LLegamos a hacer un contrato para no dejar pasar más de un año antes de realizar el viaje. Se quedó en papel mojado, por cuestiones de exámenes, trabajo, por lo que fuera. Nos moríamos de ganas de ir, tenemos guías, rutas pensadas y recorridas una y mil veces sobre el mapa. Pero nunca fuimos.
Uno de nosotros cogió al vuelo la primera oportunidad que le surgió y se fue sin nosotros. Esa decisión, aunque no era ninguna traición, así fue como la sentí, y así fue como me dolió; y aunque está perdonada, sé que significó el final del viaje a tres tal y como nosotros teníamos en mente.
Yo ahora me encamino hacia Marruecos por cuestiones laborales. Hace ya casi un año que tendría que estar haciendo viajes regularmente. Pero la cosa se iba alargando. Hoy tendría que estar saliendo hacia allí, pero como de costumbre, se ha retrasado una semana más. No hay prisa, la vida puede correr como una gacela o dar pasos lentos como una caravana en el desierto.
Mi determinación es fuerte. Si creo en algo, no me doy por vencido fácilmente. Y si tengo que esperar una semana más, pues no es grave. Puedo aprovechar para ir a ver a Leo Bassi en la Universidad, cerrar algunos proyectos pendientes, disfrutar de esta buena racha, rodar un anuncio este fin de semana, y ser feliz. El tiempo es algo relativo, y hay cosas, como la arena del desierto y los colores del atardecer, que aunque cambien siempre son iguales.
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tenterty -
anita -