Un circo
Mis botas empiezan a hablar, parece que quieren protestar por la cantidad de kilómetros que les hago tragar cada semana. Yo les hago callar con una cuerda, no pueden fallarme ahora.
Cuando cae la noche se desata una pequeña rebelión en el grupo, se propone detener la marcha. Yo me niego, me encanta caminar bajo las estrellas y me quiero dar ese gustazo. No llevamos ni tres horas de caminata. Tenemos tres linternas para cinco personas; una cantidad razonable para un sendero fácil. Al final, no pueden conmigo y los arrastro hasta el punto de acampada en La Nouvelle, como estaba previsto. Je je no contaban con mi cabezonería.
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