Jugando con muñecas
Recuerdo que cuando era más pequeño y me tenía que quedar una terde en casa de mi abuela en Madrid, me gustaba buscar la muñeca rusa que estaba en el salón, a pesar de que me repitieran mil veces que no era un juguete. Pero a mí me fascinaban sus formas redondeadas, su sonrisa y su traje tradicional ruso, y sobre todas las cosas, el saber que en su interior se escondía otra muñeca distinta pero igual, y que la magia se repetiría una y otra vez. A veces trataba de contenerme y no destripar el hechizo, y eso les parecía extraño a mis padres. Espero que cuando me haga mayor no me olvide de disfrutar de los misterios...
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