Cederberg Wilderness Area. Primeros días.
Llegué a mi área de trabajo el viernes. Pero hoy no voy a hablar de mi trabajo, sino de la gente con la que voy a compartir mi tiempo libre, con la que voy a vivir estos dos meses y medio que andaré por aquí. Me alojo en una especie de albergue - bar de carretera que esta al lado de la pista que cruza el Cederberg. No es una pista muy transitada ni mucho menos, calculo que unos cincuenta coches en domingo… El negocio es familiar, lo llevan Gerrit y Chantal, que son una pareja peculiar, muy habladores y no paran de trabajar de sol a sol. Ella es la reina de la cocina y él del bar. Me han acogido como a uno más de la familia. Quizás haya ayudado el hecho de que su hija, Sissi, se ha enamorado locamente de mí y no se separa de mi vera ni un segundo. El problema es que no acabo de entenderla muy bien cuando me habla, y eso que su nivel de inglés es más que aceptable para una niña de cuatro años. Sissi tiene un hermano, Connor, que a sus siete años a veces se quiere diferenciar de la pequeña y habla como un adulto, pronunciando su inglés con acento grave y con una gramática de libro. Muy gracioso, sobre todo porque a menudo se olvida de esas chorradas y se comporta como el niño que es. Además, está Mus. Es un francés que ha viajado por medio mundo y que lleva un año y medio en Sudáfrica. Ahora esta viviendo en este albergue porque se dedica a diseñar la web de la zona para promover el ecoturismo, pero también es guía autorizado para la zona, y ya nos hemos ido un par de veces a subir alguna de las montañas que hay por aquí en mi tiempo libre. Es un poco caótico hablar con él, porque a veces me habla en inglés, otras en francés y otras en español. Y a mi eso de cambiar de idioma me cansa mucho. Pero es un gran tipo y me va a evitar muchas horas de aburrimiento. Además le encanta cocinar así que ya le hemos ahorrado unas cuantas horas de trabajo a la dueña cocinando todo tipo de tartas. Aún no he puesto sobre la mesa mi arma secreta, la Reina de Saba. La reservo para un día especial. Y luego tenemos al resto de la fauna: dos perros paranoicos, dos gatos perezosos, pavos reales en el jardín, y un conejo que corretea por todos lados y que la primera noche me dio un susto de muerte cuando iba a lavarme los dientes antes de ir a dormir. Como podéis leer, estoy rodeado de buena gente.
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