Me encanta esta palabra.
ulular.
(Del lat. ululāre).
1. intr. Dar gritos o alaridos.
2. intr. Dicho del viento: Producir sonido.
No quiero estresarme, pero cuando pienso que sólo me quedan 8 días en Alicante (descontando los viajes ya programados para ver a la familia y cumplir con los proyectos varios en los que ando metido) antes de volar rumbo a Ciudad del Cabo, me entra un poco de agobio. Y es que tengo mil cosas para hacer y no doy a basto para cumplir mis compromisos. Y eso sí que es algo que me genera ansiedad.
Así que a respirar hondo, a sacrificar horas de sueño y a ver si puedo sacar todo adelante.
Hoy mi vecina estrenaba el horno, y me ha invitado a cenar. Había preparado cogotes de merluza con su juguito, sus papas asadas y cebolla en su punto. Le ha salido de chuparse los dedos, como siempre. Y es que además de mi vecina, es mi madre.
Hoy hace diez años de la adopción del protocolo de Kyoto. Es una fecha significativa, ahora que los mandamases de la UN se encuentran otra vez reunidos, esta vez en Bali, para buscar una solución mejor al problema del Cambio Climático.
No es que crea que el PK se esté cumpliendo como es debido. Es más, podría llegar a considerarse un documento fracasado, de no ser por el hecho de que, sólo haber conseguido que (casi) todos los gobiernos ratifiquen este protocolo es un hecho muy positivo.
Hace unas semanas leí que la Academia de Cine española había decidido suprimir de la gala de los Goya la entrega de los premios a los cortometrajes de ficción, documental y animación. La razón aducida, para agilizar la gala. Ante semejante desatino (los cortometrajes españoles son de largo el género donde más premios cosechamos allende nuestras fronteras, y una inmejorable cantera de la que han surgido directores como Amenábar, por citar el ejemplo más claro.
Tras reuniones, declaraciones, presiones, recogida de firmas y un poco de ruido mediático para aderezar una vez más los premios Goya con polémica, se ha conseguido que la entrega vuelva al lugar que merece. Lo que demuestra que unierse y reivindicar los derechos de uno puede servir para algo más que para descargar las frustraciones.
Aquí voy a dejar un listado de las cosas que tenía que haber ido contando por aquí y que, por pereza, no he escrito en mi blog. Ahora que tengo internet en mi nueva casa, espero retomar la constancia.
Este es el primer post desde mi casa. ¡Ya tengo Internet!
Tengo tantas cosas que contar, que no contaré ninguna. Sólo dejo dicho que me voy de boda a Santander.
Hacía tiempo que no vivía una experiencia tan intensa en el cine. La película que he ido a ver hoy me ha atrapado en su historia y me ha hecho pasarlo muy mal. La historia de un niño atrapado en el enfermizo amor de su madre, que lo anula y lo reduce a la más mínima expresión (con violencia física y psicológica incluídas). Lo peor, la impotencia ante la pasividad del padre, un personaje odioso por pusilánime, que me ha cabreado cada vez que aparecía en escena.
A veces me sorprendo a mi mismo cuando salgo del cine después de dos horas de sufrir y me encuentro a mí mismo satisfecho. Al fin y al cabo, lo he pasado muy mal, pero yo al cine voy a experimentar sensaciones que no tengo en mi vida real. Después de esta película, quiero a mi madre mucho más. Y me temo que mi instinto reproductor vuelve a activarse.
No quiero creer lo que acabo de leer en el periódico.
Un tiroteo en un colegio de Finlandia, con 8 muertos a manos de un estudiante. Anunciado en Youtube desde el día anterior. Otra vez ha vuelto a suceder. Esta vez, en el sitio más inesperado. Para mí, Finlandia era (es) un remanso de paz.
Ya me han vuelto a joder el día.
Algo raro tiene que estar sucediendo cuando la película que más ganas tengo que ver de la cartelera es una de animación española. Me encanta la animación y presto atención al cine español porque de media, la calidad de sus historias es mucho más alta que el cine americano. Pero la mezcla de esos dos conceptos, animación y español, no suele ofrecer garantías. Pero los comentarios del hermano de Ryan, que trabaja en ese mundillo, me animaron a investigar y, después de ver el trailer, no me cupo duda de que era un caso especial.
Ayer pude comprobarlo en pantalla grande. Y no decepciona. Muy recomendable para fans de Tim Burton, de Miyazaki, de los cuentos de niños y de la noche y sus criaturas
Ayer se reunió la crema y nata de la cultura freak alicantina en un evento como hay pocos en Alicante. Un concierto del grupo un ilustre alicantino, conocido por sus amigos como "karawapo", exiliado en Japón. El grupo, Pepino, no tiene desperdicio, y lo mejor es que hacen su música con un mítico instrumento, una game boy de las de siempre. El concierto estaba de bote en bote, no cabía en alfiler, habían venido expediciones de otras ciudades, incluso de EEUU para verlo... La gente jaleaba y pedía mil bises, en el ambiente flotaba una sensación de "¡que no se acabe nunca!"; y es que desde el principio se ganaron a su público con el traje verde pepino de él y la simpatía de ella hablando en castellano; por no hablar de las coreografías que se simultaneaban con la música (impagable el salto al estilo Mario Bros cada vez que usaban el sonido de golpear una caja y sacar una moneda...). Entre la muchedumbre, gente de todas las edades, mucho merchandising casero.
En fin, que cosas de estas en Alicante hacen falta. Me lo pasé genial, y creo que todos coincidimos en que había sido una noche especial. Una pena que no todo el mundo pudiera venir.
Más información en www.pepinismo.net
Esto del cambio climático afecta a los Erasmus sobremanera... Ellos vienen a Alicante quizás con la idea que les comentaron los de la generación anterior, historias de playa todo el año, horas tirados en el césped del campus de Sant Vicent, y tardes en las terrazas del Barrio... Y lleva un mes lloviendo casi sin parar y hoy, incluso, con vientos huracanados. Pero bueno, así es la vida. Todo está conectado y todo nos afecta, de una u otra forma.
Hace ya más de una semana que se fue Món. Al regresar a mi casa me he acordado mucho de él, de sus rincones favoritos, siempre debajo de alguna mesa o repisa...
Este fin de semana me vuelvo a subir al borde del Cantábrico. Y ya van tres. Me voy a marear con esta montaña rusa. O suiza, como en el fantástico parque de atracciones del Monte Igueldo.
Mañana alojo al primer huésped oficial de mi nueva casa. Ya he tenido gente durmiendo ahí, pero solía ser porque se hacía tarde y daba pereza. Ryan es el primero para el que mi casa será su casa temporalmente.
Estaba triste y no sabía muy bien por qué... No encontraba una razón.
Ahora ya la tengo. Món regresa con la señora que se lo encontró. Es una decisión difícil porque ya le había cogido mucho cariño. ¡Es taaaaan bueno! Pero bueno, las razones de tomar esta decisión en contra de nuestra voluntad son bastante serias, aunque no viene al caso comentarlas aquí.
Me voy a rumiar mi pena a bordo de un autobus toda la noche... 
Sentado
me siento cansado
y mi manta y mi vientre huelen a nada...
Me siento extraño, estoy cansado, con pocas ganas de nada, y eso es algo tan poco común en mí que me preocupa. Es algo que llegó ayer por la tarde y poco a poco ha ido tomando posesión de mí, hasta ahora que me siento falto de fuerzas.
Quizás una noche de sueño reparador, aunque sea a bordo de un autobús, sea lo que necesito. O dar un giro a mi vida. O se me pasará sólo.
Me gusta el nombre del Sputnik. Sólo eso.
El lunes recogimos a Món en Elda. Ha tenido una vida dura, lo abandonaron en Santander hace un mes. Por suerte, una señora lo encontró y lo llevó al veterinario. Durante este mes ha estado buscando a alguien con quien dejarlo, pero nadie le convencía. Ahora Món ya tiene una nueva familia, y aunque es una familia un poco atípica, va a estar muy bien con nosotros. Ya se le nota cada vez más animado, poco a poco menos tristón; aún tiene ojos e penita, pero confío en que pronto esos ojos brillarán en una sonrisa perruna.